Hablar cuando no estás de acuerdo con alguien en una posición de poder no es sencillo. Todos hemos estado en esa reunión donde el jefe propone algo que parece impracticable o escuchamos a un colega de mayor experiencia presentar un cronograma que no cuadra. El dilema es real: ¿arriesgarse a incomodar o guardar silencio? He explorado este tema en profundidad, analizando el trabajo de Amy Gallo, una experta en comunicación y resolución de conflictos. Sus ideas, combinadas con mi experiencia en liderazgo organizacional, ofrecen herramientas para manejar estas situaciones estratégicamente.
Reconoce su autoridad, pero destaca tu integridad
En mi trayectoria como consultor, he aprendido que reconocer la autoridad de quien toma la decisión final no significa ceder tus valores ni tus perspectivas. Decir algo como: “Sé que tienes la última palabra en esto, pero me gustaría compartir mi opinión” puede cambiar el rumbo de una conversación. Según Gallo, este enfoque muestra respeto mientras construye un puente para el diálogo. Sin embargo, la autenticidad es clave: no retrocedas en tu posición ni ofrezcas elogios vacíos. Demostrar respeto mutuo fortalece tu credibilidad.
Principios que siempre aplico
Estas son algunas prácticas esenciales que recomiendo a mis clientes y que yo mismo utilizo:
Pregunta si puedes expresar tu opinión antes de proceder. Esto establece un tono profesional y ordenado.
Reitera el punto inicial de la otra persona para demostrar que lo comprendes. Empatía es poder.
Habla despacio y con calma. Es sorprendente cómo la velocidad y el tono pueden afectar la percepción de tus palabras.
Lo que debes evitar:
Asumir que el desacuerdo dañará tu carrera o relación. Los riesgos son a menudo exagerados.
Formular opiniones como hechos absolutos. Expresa tus ideas como perspectivas, dejando espacio para el intercambio.
Usar palabras de juicio como “erróneo” o “imprudente.” Esa ruta solo llevará al conflicto.
Ejemplo del mundo real
Recuerdo una historia que me resonó profundamente, compartida en el análisis de Gallo. Victor Chiu, gerente de desarrollo empresarial en Vancouver, enfrentó una situación tensa: su jefe quería adquirir un terreno mientras los precios del petróleo seguían cayendo. Victor expresó su desacuerdo de manera respetuosa y estratégica. En lugar de atacar la idea, la reforzó diciendo: “Es una gran propuesta, pero creo que si esperamos un poco, podríamos encontrar mejores oportunidades.” Resultado: su jefe no solo consideró su perspectiva, sino que la decisión final fue un beneficio para todos.
Hazlo sobre el grupo, no sobre ti
Otro caso destacado fue el de Mike McRitchie, director de operaciones que decidió compartir su opinión sobre una decisión de seguros de salud. En lugar de centrar la conversación en sus propios intereses, Mike mostró cómo su perspectiva beneficiaría al equipo y a la empresa. Este enfoque basado en el éxito colectivo ganó la aprobación de su jefe y consolidó su reputación como un líder estratégico.
Reflexiones finales
Como señala Gallo, experta contribuidora en Harvard Business Review, la clave está en conectar el desacuerdo con un objetivo común, y hacerlo con humildad y respeto. Su trabajo, incluyendo libros como Getting Along y HBR Guide to Dealing with Conflict, ha influido en cómo los profesionales enfrentan estas dinámicas.
Personalmente, creo que el éxito empresarial comienza desde adentro: con confianza, estrategia y comunicación efectiva. Hablar con quienes tienen más poder no solo puede prevenir errores; puede consolidar tu lugar como un profesional influyente y respetado.
¿Qué estrategias has utilizado en situaciones similares? Compárteme tus experiencias.
Por Ariel Rosas, consultor de negocios y coach organizacional
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