Por Ariel Rosas Jr. | Especial para Negocios Exitosos 360
Ciudad de Panamá — En el nuevo tablero geopolítico global, donde el estrecho de Ormuz y el de Malaca concentran la atención por su papel en el transporte de petróleo, una ruta marítima más pequeña en volumen pero igual de crítica en funcionalidad emerge como ancla de estabilidad: el Canal de Panamá.
A pesar de transportar solo 2,1 millones de barriles diarios de crudo en 2023, el canal se mantiene como un eslabón clave en las cadenas logísticas internacionales. A diferencia de otros corredores con presencia militar o bajo amenaza de cierre, la vía panameña ofrece continuidad, seguridad jurídica y neutralidad diplomática, atributos escasos en el contexto actual.
“Los mercados tienden a enfocarse en los grandes volúmenes, pero lo que importa en momentos de incertidumbre es quién puede garantizar rutas estables cuando otras fallan”, afirma Andrea Guevara, analista de logística regional.
Un mundo tensionado por el petróleo
El reciente ataque de Irán a bases militares estadounidenses en Qatar y las amenazas reiteradas de Teherán sobre el cierre del estrecho de Ormuz han reactivado los temores de una interrupción en el flujo de petróleo. En 2023, esa ruta transportó 20,9 millones de barriles diarios, con más del 83 % destinados a Asia, según la Energy Information Administration (EIA).
Un cierre total del paso —hasta ahora nunca concretado— podría interrumpir cerca de una cuarta parte del comercio marítimo mundial de crudo y desencadenar un alza inmediata en los precios del petróleo, que ya ha mostrado volatilidad durante el primer semestre de 2025.
En este contexto, los puntos de tránsito alternativos, como el Canal de Panamá, vuelven a evaluarse no solo por su capacidad de carga, sino por su rol como red de seguridad en caso de interrupciones regionales.
Más que petróleo: el valor de la diversificación logística
El Canal de Panamá ha enfrentado desafíos propios: una histórica sequía en 2023, ajustes en el calado de buques y limitación de tránsitos diarios por restricciones hídricas. Sin embargo, en términos geopolíticos, ha ofrecido una continuidad que otros corredores no pueden igualar.
“Mientras las rutas del Golfo están sujetas a tensiones militares, y Suez ha tenido bloqueos por incidentes como el del Ever Given, Panamá ofrece una vía funcional sin interferencias externas”, señala Santiago Duque, director del Centro de Estudios de Transporte de América Latina.
Aunque su volumen de crudo es menor, el canal panameño es esencial para el flujo de gas natural licuado (GNL), contenedores, granos y mercancías estratégicas, y conecta puertos clave entre Asia, la costa este de Estados Unidos y América del Sur.
Inversión, infraestructura y estabilidad institucional
El Canal de Panamá es uno de los pocos corredores estratégicos gestionados por un país neutral con una autoridad autónoma. A diferencia del canal de Suez, afectado por decisiones gubernamentales unilaterales y conflictos internos en Egipto, la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) opera con independencia, siguiendo criterios técnicos y financieros.
Desde la ampliación de 2016, el paso de buques Neopanamax ha transformado el valor logístico de la vía. Empresas navieras como Maersk, Evergreen y COSCO siguen utilizando esta ruta no solo por distancia, sino por seguridad operativa.
Las autoridades panameñas trabajan en un ambicioso plan de inversiones para 2025–2030 que incluye la construcción de un nuevo embalse para garantizar el suministro de agua, digitalización de procesos y ampliación de áreas logísticas cercanas a los puertos de Balboa y Colón.
Comparación global: flujo no siempre es poder
En volumen, los líderes del transporte de petróleo son claros:
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Estrecho de Malaca: 23,7 millones de barriles diarios.
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Estrecho de Ormuz: 20,9 millones.
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Canal de Suez y SUMED: 8,8 millones.
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Bab el-Mandeb: 8,6 millones.
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Canal de Panamá: 2,1 millones.
Pero esa jerarquía cambia cuando se evalúa la capacidad de resiliencia, gobernanza y confiabilidad operativa. El Canal de Panamá, aunque pequeño en flujo energético, es el único entre los principales puntos de estrangulamiento sin presencia militar externa, sin conflictos fronterizos activos ni amenazas directas de cierre.
El nuevo mapa de la logística global
A medida que las tensiones en Medio Oriente, el Indo-Pacífico y el mar Rojo se intensifican, los analistas proyectan una mayor demanda de rutas que permitan reconfigurar cadenas de suministro de forma preventiva. Esto no significa que Panamá reemplace a Ormuz o Suez, pero sí que jugará un papel central en la absorción de cargas críticas en escenarios de disrupción.
“La seguridad logística no solo depende de volumen, sino de fiabilidad. Y ahí Panamá tiene una ventaja competitiva que debe proteger”, indica Guevara.
El reto estará en balancear esa oportunidad con la presión ambiental que ya limita el número de tránsitos diarios, una tensión que también tendrá implicaciones económicas para el país.
Perspectiva para 2025
Con un entorno internacional marcado por la incertidumbre, la estabilidad de rutas como el Canal de Panamá se vuelve un activo geopolítico en sí mismo. Mientras los mercados siguen cada amenaza sobre Ormuz con una reacción inmediata en los precios del petróleo, los planificadores logísticos, navieras y gobiernos revisan con lupa la posibilidad de fortalecer rutas alternativas.
Panamá, aunque pequeño en cifras de barriles, se consolida como grande en relevancia.
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